Sabes lo que hizo Jesús cuando fue levantado del sepulcro para que sus discípulos lo reconocieran?...Él estaba tan distinto que ni sus discípulos lo reconocieron…él tuvo que mostrar sus cicatrices…se que he hablado de todas las victorias que Dios le ha dado a mi vida pero se que muchos podrán aprender más de mis fracasos, de mis derrotas, de los momentos de prueba, porque es fácil hablar de lo bien que lo pasamos en la fiesta pero es más difícil hablar de lo que ocurre cuando lo que pensaba estaba bien…luego ya no está tan bien…otra cosa es reconocer que nos equivocamos…miles de pensamientos, miles de palabras pero solo una voz sana, solo una unción restaura, solo su voz vuelve a hacer renacer la esperanza. En medio de la tempestad una pregunta… ¿Para qué? Siempre hay un propósito y desde la visión de Dios…el ancla y motor para avanzar ha sido que… Él quiere limpiar, quiere podar, para que llevemos más fruto…ser útil en su reino.
Y es que en el tema de las emociones…hay que irse con cuidado, abrir el corazón para compartir tu vida es algo que todo el mundo anhela. La mayor hambre en el ser humano es una comunicación continua…una conversación continua con alguien cuya historia conozco y alguien que conoce mi historia, estamos diseñados para tener comunión. Es por esto que algo se rompe cuando una relación termina, por los motivos que sea, sea la relación que sea…pude comprender que las unciones no reparan relaciones… solo la honestidad y la transparencia reparan relaciones, solo el perdón, la misericordia y la restitución es lo que repara la comunión. Es necesario entonces que volvamos nuestro corazón hacia el autor de estas virtudes, el ser humano en si mismo no puede dar frutos de verdad, de lealtad, de honestidad, de misericordia sino tiene alguien de quien aprenderlos.
En un principio me asombré de lo madura que estaba para resistir tan terrible momento…pude ver que ya no estaba en mis fuerzas, ahora habían venido las fuerzas divinas…el invisible me sostiene, solo su gracia. Pero el aprendizaje implica transformación, implica profundizar más con Dios, meterse en las dimensiones del Espíritu y comenzar a comprender que es lo que Dios espera de mi vida…y comenzó el quebranto, a solas en la presencia de Dios viene ese especial trato…
Al principio la culpa era lo que primaba, si hay algo que me cuesta aceptar son mis errores, somos humanos, lo se, erramos…lo se, pero personalmente me había hecho especialista en buscar la manera de cometer los menos errores posibles…es ese afán de no ser expuesta al juicio, pues ahora comprendo que la persona que no se deja medir o no deja ser evaluada no puede ser confiable y usada por Dios porque te conviertes en tu propia ley…eso no estaba en mi conciencia…el anhelo de mi corazón ha sido que mi vida sea usada para transformar a las naciones, en el pensamiento, en el sentir de mi nación, que ya no se viera mi yo… sino cada vez más se exponga su realeza, la de Cristo el Señor de señores… Uyyy y esto duele…a medida que te vas sumergiendo en las dimensiones del Espíritu quedan expuestas tus miserias, tus errores, lo putrefacto y es que su luz todo lo expone…él es Santo…por estos días había sido mi oración…Señor límpiame más y más de mi pecado, muéstrame aquellos que me son ocultos… y Dios lo hizo. David declara en salmos 50:2-4…Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado. Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí. Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante de tus ojos; para que seas reconocido justo en tu palabra, y tenido por puro en tu juicio.
A pesar de mi sorpresa en el quiebre de una relación afectiva que prometía eternidad, pude comprender que estaba escrito, nada pasa si Dios no lo permite…un salmos 139:16, declara: Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar una de ellas…eso le dio descanso a mi alma.
Ya no me siento culpable, “esto es crecer”…nadie diga que es tentado de Dios sino que de su propia concupiscencia es tentado, no me quejo…habían cosas que limpiar y si Dios lo quería limpiar…¿quién soy yo para impedir esto? Salmos 100:3… Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado. Humillarme ante su presencia era la alternativa más sabia…debí sujetar mis emociones al Espíritu Santo… habría hablado menos…aunque cueste creerlo, el evangelio es más que palabras es poder de Dios…mientras más arriba ...si caes, más doloroso es el porrazo, pero mientras más abajo estás más arriba te llevarán para la gloria del Dios Altísimo. Le pasó a Elías…tamaño de profeta…su orgullo lo llevó a una cueva pidiendo a Dios la muerte… su queja fue…“sólo yo he quedado” cuando habían 7 mil sin doblar su rodilla a Baal, el dios pagano. Le pasó a Pedro…negó a Jesús 3 veces y después del trato de Dios le entregaron las llaves del reino y en un primer sermón se convirtieron 3 mil y en el segundo 5 mil…Después del trato con Dios lo que se viene es gloria, gloria, gloria, ya no es en mis fuerzas sino en su Poder…ese que glorifica al Padre…aleluya.
Luego la culpa comenzó a salir…pude ver la manifestación de la piedad, la misericordia de Dios para con mi vida, pude conocer el amor del Padre Celestial, empaparme de él, aprendí que amar es más que decir te amo, es decir “porque te amo quiero lo mejor para ti y eso que te daña debe salir”, así lo hace un padre cuando ve que su hijo está cometiendo un error, aprendí que si comparto mis frustraciones, te comparto mi ser, aprendí que emociones sanas te llevan a relaciones saludables, aprendí que la honestidad es la base sólida de cualquier relación, que exponer el corazón y derramar mi alma para mostrar las cicatrices es más sanador que cualquier sermón…porque después de ver esas cicatrices sabrás que pase lo pase hay perdón, hay misericordia, no serás rechazado porque te equivocaste, me levanté de allí mirando las cicatrices de uno incomparable que después de los azotes fue glorificado para que yo después de la muerte de mi orgullo, de mi yo, de mi altivez, de mi soberbia, de mi vanidad recupere la comunión con el Padre Celestial y sea glorificada juntamente con Jesucristo. Aleluya…gloria al Altísimo.
Gloria a Dios porque la prueba nunca será mayor que la bendición…Jesús lo hizo…no pensó en el dolor…puso sus ojos en el gozo: “ la manifestación gloriosa de los hijos de Dios, la libertad de la corrupción…aleluya.
Agradecer a un matrimonio especial que en estos tiempos Dios me ha permitido conocer y tener comunión…mis pastores y padres…Eduardo y Ana…por el tiempo invertido, por el gozo compartido, por ayudarme a soltar la carga ante el Trono de gracia, por entrar juntos en esas dimensiones del Espíritu, por el Internet y por las ricas onces… gracias y abundantes bendiciones del Padre de los espíritus.
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